miércoles, 16 de mayo de 2012

Cenital, de Emilio Bueso

Cenital
Emilio Bueso
Salto de Página
288 páginas


Argumento:

Cuando el petróleo se termina, la civilización se hunde. Antes del citado Hundimiento, un grupo dirigido por el enigmático Destral funda una Ecoaldea para hacer frente a los retos de un mundo post apocalíptico.


Comentario:

Tras "Noche Cerrada", esta es la segunda novela de Emilio Bueso que leo, y puedo decir que se aprecia una mejoría más que notable desde su ópera prima y una evolución tanto temática como estilística.

Cenital es un título que encierra un juego de palabras. Por un lado, nos habla de la visión que se tiene desde el cielo, con una connotación casi de "ojo de Dios". Por otro, se refiere al cenit, al punto más alto que alcanza en este caso el petróleo, el combustible que alimenta a la civilización occidental y a su superestructura ideológica: el capitalismo y la sociedad de consumo de masas.

Ambos significados están presentes de forma constante. En la introducción se nos presenta la toma de conciencia de Destral, un joven ingeniero que manipula un satélite desde el que puede abarcar toda la redondez de la tierra (dicho con la misma nomenclatura bíblica). Las metáforas relacionadas con la omnipotencia y Dios abundan en la novela, sobre todo referidas a Destral, quien manifiesta a lo largo de la novela variadas facetas del concepto divino. Primero observa el mundo desde las alturas, luego sufre una revelación, luego sermonea al pueblo desde el anonimato de internet, avisando del apocalipsis, y finalmente actúa como el profeta que guía al pueblo "elegido", una especie de Moisés mucho más pesimista y práctico, o casi un héroe fundador de tendendias "survivalistas". Es decir, es un personaje con un trasfondo claramente religioso o mesíanico, aunque centrado en la materia.

La anécdota argumental, algo breve para mi gusto (y con un final abrupto), se desarrolla en el paisaje tras el desastre, con carreteras colapsadas, ciudades en ruinas, vehículos herrumbrosos y abandonados (al estilo de Mad Max), alternada con capítulos donde se nos desvela la biografía de varios de los miembros de la aldea, y otros extraídos del blog de Destral antes de la catástrofe, compuestos por discursos anticapitalistas y filosóficos, inspirados en la famosa teoría del "pico del petróleo", que augura que quedan muy pocos años de esta sustancia, sostén de la civilización tal y como la conocemos. A través de Destral se  exponen los puntos principales de esta teoría, uno de los cuales es la falta de alternativas viables al combustible fósil. Se trata, por tanto, de un discurso pesimista y quizás algo simple y catastrofista.

Si bien es cierto que el autor (o su personaje) nos recuerdan épocas de involución social como la acontecida tras la caída del Imperio Romano, la desaparición del mundo maya o el colapso de la Isla de Pascua, he echado en falta una perspectiva histórica o a largo plazo del problema. Resulta poco creíble que un escenario como el planteado en la obra sea posible en un brevísimo espacio de tiempo (unos pocos años), dado que si es cierto que los gobiernos están al tanto de la merma en las reservas, es dudoso que dejen a sus ejércitos sin medios de defensa o ataque, por decir algo (vamos, que seguro que tienen algo preparado por si acaso). El autor, por ejemplo, desdeña la energía nuclear, que podría ser en primera instancia un buen método para abastecerse de energía.

Sin embargo, sí me resulta muy realista la descripción de las consecuencias de la crisis: ese mundo post civilización donde el ser humano, domesticado por años de vida "fácil" es incapaz de sobrevivir sin rebajarse al mundo salvaje y a la práctica que mejor lo encarna en el imaginario popular: el canibalismo. Quizás demasiado rápido también lo de la ritualización de tales prácticas tribales (pinturas de guerra, máscaras, nuevo sistema de nombres, desnudez ritual), aunque si uno obvia estos aspectos algo exagerados puede leer la novela como una fábula más que como un relato de ciencia ficción distópica rigurosa donde solo unos cuantos elegidos preparados y dotados de conocimientos sobre agricultura mantienen un remedo de la vieja civilización resistiendo a las hordas en su recinto amurallado.Podría decirse que hay una dualidad dada por el mundo de los agricultores y el de los cazadores, y también un enfrentamiento por dos visiones de la relación del hombre con la naturaleza: el cultivo ecológico y la rapiña, metáforas también de dos formas de economía.

Otro tema, ya citado, es el de la regresión del ser humano al plano "salvaje", el hombre que está sometido a las leyes de la naturaleza, como la supervivencia del más fuerte, y la pérdida gradual de los valores "civilizados" y su sustitución por rituales primitivos. Aunque en el fondo, el salvajismo de unos y la supuesta civilización de otros no resultan tan diferentes, como se pone de manifiesto con el detalle de los condones, que no desvelaré, pero que revela la existencia de una violencia racional "civilizada".

Como toda obra donde se utiliza una cronología demasiado estricta (la acción transcurre en nuestra época, hasta el año 2014), corre el riesgo de quedar obsoleta en poco tiempo. Lo mismo puede decirse de algunos juegos de palabras de los utilizados en la obra, que podrían no entenderse de aquí a unos años (los tontos del Media Markt).

La prosa de la obra contiene variados recursos estilísticos como los juegos de palabras, repeticiones poéticas, metáforas, etc, sin que resulte pesada ni sobrecargada. A decir verdad se lee muy bien, y casi nunca parece pedante, aunque los discursos son tan directos y tan poco sutiles que dejan muy a la vista el mensaje, sin apenas sugerencia.

En resumen, una obra que bebe de fuentes como "El señor de las moscas" (y a mí, además me ha recordado a Mad Max e incluso al final de Apocalypse Now), inspirada por la conspiranoia (o no) del fin del petróleo, que muestra una humanidad superviviente en un mundo sin recursos, algo muy deprimente si ocurriera en realidad, y que plantea cuestiones interesantes, como por ejemplo qué hacer con la sociedad de consumo, el revival malthusiano, el alejamiento del ser humano de la naturaleza, que lo vuelve inútil para sobrevivir, la regresión social, etc, etc. Abstenerse pesimistas.

Habla el autor: EMILIO BUESO





¿Cuál fue tu intención al escribir esta obra? ¿Qué mensaje has querido transmitir con ella?

Que la crisis no es más que el principio. Que si no conseguimos cambiar muy pronto ya no conseguiremos nada más.


¿En que se diferencia de otras del mismo estilo, genéro o temática?

No hay otra novela apocalíptica centrada sobre la crisis energética, que va y resulta que es uno de los escenarios que más fácilmente podrían llevarnos al colapso. Tampoco es frecuente encontrarse con autores que aborden los escenarios distópicos con un cierto impulso poético.

Y habida cuenta de que apenas hay distopías originales en castellano y que no hay ninguna ambientada aquí y ahora, supongo que la mía es una apuesta bastante original.


¿Cuál sería tu público lector? ¿A quién se lo recomendarías? ¿A quién no?

¿Público lector?
Yo lo que quiero es que esto se lo lea el presidente.

¿Tienes algo que comentar, objetar, aclarar o matizar al respecto de esta reseña? Defiende tu obra de la malvada criticona.

Cova, la novela no explora el problema del cenit del petróleo a largo plazo porque si existe el largo plazo en un mundo como el que describo probablemente no aporte grandes cambios al respecto de lo que ya he novelado: ninguna civilización ha conseguido desconectar el crecimiento y el desarrollo del uso de la energía. Córtalo y todo se detiene. Apaga la luz y vendrá una era oscura en la que lo más probable será la involución y el retroceso. La novela explora eso durante la historia y concluye que tras un colapso societal a menudo vienen siglos de inercia.

Al respecto de los plazos que he dado, todo el mundo los quiere encontrar ajustados para vivir más feliz y seguir despiporrando en la opulencia, pero lo cierto es que hace cincuenta años que nos dijeron que había petróleo para cincuenta años, y que el principal país  exportador de crudo basa su suministro en un único yacimiento (Campo Ghawar, Arabia Saudí), que a día de hoy está más seco que un Martini.

Dices también que los ejércitos tendrán algo previsto… Yo te aseguro que la guerra moderna no puede hacerse sin combustible, y para muestra un botón: casi todas las guerras modernas se hacen por el combustible. Sin él, los soldados vuelven al siglo dieciocho, y luego se desbandan. ¿O crees que se puede desplazar una columna de infantería en un mundo arrasado por el desabastecimiento durante mucho tiempo?

Por último está lo que dices sobre la energía nuclear. La energía nuclear comercial emplea a día de hoy un único combustible, el uranio. Que no es que se esté terminando, es que llevamos años obteniéndolo a base de desmantelar misiles, porque sacarlo del suelo ya empieza a tener un coste tal que amenaza a corto plazo a la rentabilidad del megavatio/hora… Pero el problema con la nuclear tampoco es ese. El problema con la nuclear es que únicamente sirve para producir electricidad. Y los motores que necesitamos para bombear agua a tu casa y comida a tu supermercado son casi todo motores de explosión. Toda nuestra red de suministros y de transportes carece de motores eléctricos. ¿O vas a decirme que tú te has comprado un Renault Twiggy?

El colmo ya es la seguridad de las instalaciones nucleares: a menudo depende del suministro de hidrocarburos. El reactor de Fukushima terminó estallando entre otras cosas porque para refrigerarse dependía de unos motores turbodiesel que a su vez dependían de unos tanques de gasóleo, con los que arrasó el tsunami. Y ahora Japón, que era el principal modelo de país nuclear, tiene en su preciado suelo un infierno peor que el de Chernobyl. Para los próximos miles de años.

Cova, estamos jodidos. Vende tu coche y hazte al monte.

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