domingo, 13 de julio de 2014

Tempus, de Nerea Riesco

Tempus
Nerea Riesco
Editorial Minotauro
496 páginas


Sinopsis:

Leonard Green, un físico que investiga sobre viajes en el tiempo, es brutalmente asesinado. Richard, alumno del profesor Green, resulta sospechoso del crimen y por ello es perseguido por la policía de Scotland Yard. Richard y Daniela, hija del difunto, huyen en busca de respuestas, mientras son acosados por una letal sádica.

Comentario (con algún SPOILER - OJO):

El título hace presagiar que nos enfrentamos a una nueva historia sobre viajes en el tiempo o donde estos tienen una cierta importancia. Y así es, en efecto, pero matizando. A mí me ha parecido que más bien de lo que trata es de la inmortalidad, de la vida eterna, sus consecuencias, su valoración filosófica, etc. Con esto no quiero decir que sea una historia donde la filosofía tenga mucho peso. Hay ciertas escenas donde los personajes discuten sobre el tema, se ven los pros y los contras, pero es más bien hacia el final. Considerada en conjunto, la obra me ha recordado, en estructura, al Código Da Vinci (Dan Brown), y en temática, a La Saga de los Longevos (Eva García Sáenz), mezclado todo ello con gotitas de El día de la marmota y El Mapa del Tiempo, de Félix Palma.

Lo del Código Da Vinci es bastante obvio. Comienza con el asesinato de un sabio que parece custodiar un secreto que podría cambiar la historia de la Humanidad; el protagonista, junto con una descendiente del difunto (en este caso hija, en el anterior, nieta) se lanza a una aventura en busca de pistas que hay que descifrar para dar con el “tesoro”. Son perseguidos por la policía, y acogidos por un amigo del protagonista, que, como imaginamos, hace el mismo rol que el amigo de Langdon en la novela de Dan Brown. En el desenlace, por si esto fuera poco, hay una escena similar a la de “Ángeles y demonios”, que tiene lugar en el CERN, hogar del Gran Colisionador de Hadrones. 

En la historia aparece un grupo de inmortales que forman una “familia” con sus conflictos, filias, fobias y mutuas solidaridades (como en La Saga de los Longevos), donde no falta la típica “manzana podrida” que ejerce el rol antagónico. Desde casi el primer capítulo se adivinan varias líneas argumentales de la novela, como quién es quién en el mundillo inmortal y el secreto que esconden (lo de Liz canta bastante, y más conociendo su modus operandi y el nombre del inspector de Scotland Yard). Hay varias partes muy previsibles. También es cierto que para mí ha sido fácil adivinar todo, dado que he leído mucho de temas esotéricos y no me son desconocidos los nombres de los “inmortales” de la novela. De hecho, nada más leer “Nicolás” lo asocié directamente con el apellido de un famoso alquimista… Y así con el resto de las cosas. 

Muchas de las acciones y decisiones de los personajes no se entienden, como las razones del alquimista para hacer inmortal a cierto personaje bastante nefasto y sádico, o que este personaje arrastre una locura de amor de siglos que la llega a trastornar. O que le permitan sus acciones. Tampoco queda claro si sus crímenes sirven para lo que ella cree (rejuvenecer) o no, dado que los otros, Richard mismamente, se describen como de aspecto joven y no necesitan realizar tales masacres. Hay varios aspectos que quedan como en el aire, relacionados con la forma en que se hicieron inmortales o las consecuencias de esta inmortalidad y forma de mantenerla. Tampoco resulta muy creíble que se pueda entrar tan fácil en el colisionador en pleno experimento ni que toda la base  teórico-práctica del viaje en el tiempo dependa de una fórmula matemática que ha desarrollado un solo científico...

La historia en sí me ha parecido bastante convencional (y con poca trama para las páginas que tiene), exceptuando el final, el último capítulo, que, para mí, salva el conjunto, correcto en su redacción, incluso mejor escrito que la media, pero con un grave lastre que hace que la lectura no sea todo lo fluida que debería. 

De sus 500 páginas, sobran más de la mitad. Esto es así debido al afán de la autora por “documentar” cada paso que dan los personajes, incluso con datos innecesarios para la comprensión de la historia. Están en plena persecución, una escena de acción, y nos mete una cuña para explicar el “efecto Doppler”; se van a cierta ciudad inglesa y nos cuenta anécdotas históricas irrelevantes sobre un príncipe que iba ahí a montar sus juergas; y así con todo. Las explicaciones sobre diversas teorías acerca de la posibilidad o no del viaje en el tiempo son necesarias, no así el resto de informaciones que incluye sobre diversos temas, así como tampoco las prolijas descripciones de las ciudades. También rompe muchísimo el ritmo el que cuente la vida de cada personaje secundario que se encuentran por el camino, como el portero o el policía de aduana francés, o lo que piensa el policía sobre los delincuentes (dado que eso no afecta a la trama). Incluso las vidas de los personajes principales están introducidas de un modo digresivo que ralentiza la acción. Algunos flashbacks podría decirse que no son estrictamente necesarios. 

Una vez llegas al final, te das cuenta de que, además, sobra algún personaje, como el inspector de Scotland Yard, que lo único que hace es perseguir a los protagonistas, pero sin intervenir en la trama realmente. Su historia queda inconclusa. Y podría haber dado juego, dado su apellido…

La redacción y la prosa, por otro lado son bastante buenas, y más para el género, con un aire, sobre todo al principio, de novela clásica de aventuras que incita a leer más. Este punto es muy destacable y sitúa al libro, repito, por encima de la media.

El desenlace es lo más original, dentro de que no hay nada original en la literatura, ya que incide en una solución del viaje en el tiempo poco tocada y en cierto modo algo deprimente. Aunque  no se logra entender muy bien por qué el protagonista no toma acciones mucho más drásticas o lógicas para solucionar su problema (como matar a ciertos personajes).

En resumen, una novela en exceso larga para lo que cuenta, con un tema que siempre es atrayente, pero que tiene un ritmo poco fluido debido a constantes digresiones “documentales”. Sin embargo, resultan interesantes algunas consideraciones sobre la vida, la inmortalidad, los viajes en el tiempo y lo que traerían consigo de poder realizarse. Creo que puede gustar a los amantes de la CF.

Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión.

3 comentarios:

  1. Hola! la verdad es que la idea parece interesante, pero eso que comentas del ritmo poco fluido y que se hace larga, pues me tira un poco para atrás, veré si me decido, gracias por la reseña ;)

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  2. Hola, Rubén AC:

    Yo también he leído la novela y comparto lo que dice M.C. Mendoza en la reseña, aunque habrá quienes opinen diferente, por eso a mi me gusta consultar diferentes reseñas y también los comentarios de otros lectores en los artículos.

    Saludos

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  3. El ritmo es una cuestión muy personal. Hay gente a quien le gustan las digresiones y las explicaciones "documentales". A mi modo de ver, en este caso rompen el ritmo, pero repito, es una consideración personal. Puede que otras personas las encuentren interesantes. El libro está bien redactado y el tema es interesante. Aunque a mí es que me atrae bastante lo de los viajes en el tiempo.

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