miércoles, 22 de enero de 2014

La habitación oscura, de Isaac Rosa

La habitación oscura
Isaac Rosa
Editorial Seix Barral
252 páginas

 
Argumento:

Unos amigos se encuentran en un local donde hay una habitación oscura, que primero sirve como desahogo sexual y más tarde como refugio metafórico y literal.


Comentario:

Tomando un punto de partida curioso: un grupo de amigos deciden, a raíz de un apagón ocasional, crear una habitación a  oscuras para dar rienda suelta a sus pulsiones sexuales, Rosa desgrana una novela experimental, por llamarla de algún modo, y que, pese a lo que pudiera parecer, no trata de sexo, sino más bien se erige en el retrato de una generación (la narración es atemporal, pero intuimos que se hace referencia a la crisis de inicios del siglo XXI). Eso no quiere decir que no se describan los encuentros a ciegas, aleatorios e indiscriminados, pero no lo hace con un lenguaje explícito, y además, tampoco es lo importante, aunque hay alguna escena dura de violación o intento.

El narrador en primera persona (más bien un nosotros que un yo) y con características de omnisciencia, cuenta de manera no lineal diversos episodios de la vida de los amigos que componen el grupo, al tiempo que hace valoraciones y reflexiona sobre la vida, el amor, la pareja, la muerte, etc. En la narración se salta de unos a otros de manera caótica, al hilo de las reflexiones. Algunos parecen pequeños relatos insertados en la trama. De vez en cuando, y para crear intriga, se incluyen breves fragmentos de lo que parece otra narración y que al final se vincula con la trama principal.

Es de destacar el uso de técnicas cinematográficas en la novela, con curiosos alardes estilísticos similares a time-lapses, travellings, etc. En realidad, el tema de la imagen, lo audiovisual, está muy presente en la obra, también por el tema que surge a lo largo de la narración y que vincula la trama con la actualidad (la crisis, los indignados, grupos que buscan una forma de luchar contra el sistema).

La  novela está muy bien escrita, pero llega un momento en que los alardes axfisian la historia, que es muy tenue y casi anecdótica, y que para colmo, deriva hacia el final en una intriga subversiva que no parece pegar mucho con el resto. Es la clase de obras que se leen por la estética pero que llega a molestar por el regodeo continuo en su propia prosa, que acaba siendo pesado y repetitivo.

El tema de la crisis es interesante, pero las ideas sobre la vida a veces caen en lo visto y ya oído miles de veces, sin aportar nada nuevo: el deterioro de las relaciones, la muerte, el aparentar y el mundo capitalista y consumista, etc.

De todas formas, tiene fragmentos brillantes que la elevan por encima de la media literaria española.

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