sábado, 8 de marzo de 2014

El país de las risas, de Jonathan Carroll

The land of laughs, 1980 
Ultramar editores S.A. 
280 páginas 

Sinopsis: 

Thomas admira al escritor de libros infantiles Marshall France, algunos de cuyos títulos son difíciles de conseguir. Conoce a Saxony cuando descubre que ella se le ha adelantado en la compra de uno de estos libros, comienzan una relación sentimental y deciden escribir una biografía sobre su admirado autor. Para ello deciden ir al pueblo donde vivió toda su vida... 

Comentario: 

Si no lo pusiera en la cubierta, sería difícil adivinar que se trata de una novela de fantasía al menos durante las 180 páginas de su primera parte, en que da la impresión de estar leyendo una novela como mucho de misterio. 

Comienza con la presentación del protagonista, que relata la historia en primera persona, informando de su relación traumática con su progenitor (un famoso actor ya fallecido) y su desmedida admiración hacia la obra y persona de Marshall France, cuyos libros infantiles colecciona desde la niñez. 

Thomas conoce a Saxony. Él colecciona máscaras, ella títeres, ambos sienten pasión por los libros de France y los dos deciden que es buena idea escribir la biografía del fallecido escritor. 
Comienzan a investigar, acuden a Galen, lugar donde el autor pasó toda su vida, conocen a su hija, a las personas del pueblo, todo en un tono muy ameno. 

Durante esa primera parte apenas hay señales de fantasía, es un plácido relato de dos personajes que progresan en el conocimiento de la vida de France ayudados por Anna, su hija. Se lee casi sin darse cuenta de que se avanza, con agrado aunque sin excesiva emoción. La novela está bien escrita, medida para contar lo que el autor desea en cada momento. 

Es en la segunda parte cuando la fantasía aparece casi de golpe. Lo que sucede es completamente coherente con lo que ha estado pasando, el autor no engaña en ningún momento y llega hasta el final con la misma facilidad que durante el resto del relato. 

Sin embargo, la novela está escrita en 1980, con lo cual ciertas ideas y acontecimientos, que entonces debieron ser más sorprendentes y originales, ahora apenas lo son, perjudicados además por la excesiva longitud de la primera parte, donde las leves pistas han cumplido su cometido de hacer pensar y descubrir prácticamente todo lo que va a pasar. 

En conclusión: 
«El país de las risas» cuenta una historia simpática y de lectura sencilla que casi funciona mejor como relato «detectivesco» que como fantástico. 


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***T***



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