lunes, 23 de marzo de 2015

Soumission, de Michel Houellebecq

 Soumission (Sumisión)
Michel Houellebecq
Flammarion
300 páginas

 
Sinopsis:

En unas futuras elecciones a la presidencia de la República Francesa dos partidos compiten por hacer llegar su candidato al Elíseo: el Frente Nacional, liderado por Marine Le Pen y un partido islámico moderado. En este ambiente casi pre - revolucionario, François, profesor de la Sorbona, experto en el autor decimonónico Huysmans, vive momentos de apatía y de reflexión sobre lo que ocurre en su país. Cuando el partido islámico gana, recibe una carta de despido de la universidad. Entonces comienza su periplo espiritual en busca de respuestas...

Comentario:

La última historia del polémico autor francés no es ni mucho menos una obra maestra, pero sí un libro muy estimable y que merece ser leído, aunque solo sea por las ideas que plantea y la profunda conmoción que produce este texto. Hay tantísimas cosas que contar que no sé ni cómo abordarlo.

Quien espere acción o una trama elaborada llena de giros y peripecias no va bien encaminado. Se trata de una novela de tesis sobre un tema de actualidad, pero cuyo alcance es mucho más profundo y más extenso de lo que parece, construida sobre pensamientos y discursos ideológicos. A Houellebecq se le ha tachado de islamófobo y puede que lo sea, pero desde luego si uno lee este libro podría pensar todo lo contrario. Claro que es más fácil criticar y poner etiquetas sin leer siquiera la obra.

François recuerda a otros personajes del autor, hasta el punto de que me atrevería decir que es un poco alter ego. Sus relaciones con las mujeres son meramente utilitarias (para el sexo; cada inicio de curso se busca una alumna a la que deja al terminar este), su estado de ánimo linda con el de la depresión, está solo (solitario), sus intereses son casi siempre intelectuales, literarios (autor de una tesis de ochocientas páginas sobre Huysmans), etc. Es un poco misántropo y descreído de todo. En cuestiones religiosas es ateo, por supuesto.

La única mujer con la que tiene una relación más o menos estable es una judía llamada Myriam, que representa el ideal houellebequiano de las mujeres, dispuestas, sumisas y entregadas al sexo sin cortapisas (y jóvenes). Pero pronto, los avatares de la nación la forzarán a irse a Israel, dejando a François sumido en una indolente y vacía existencia. Este personaje es como un paradigma del nihilismo y el sensualismo. Se refugia en la comida y en citas con prostitutas, que no le satisfacen del todo (parece sentir nostálgia por la estructura familiar, más segura, con una mujer sirviéndole). El autor se recrea en la pasividad y vacío de este personaje, como representación de toda la población europea, que contempla sin mover un dedo los movimientos históricos que amenazan con barrer del mapa una tradición agotada (el cristianismo, el liberalismo) y sustituirla por otra vigorosa y fuerte (el islam).

Esta sustitución, sin embargo, no la plantea el autor como producto de actos violentos sino que es aceptada por todos al no haber casi otra opción que el "fascismo" del Frente Nacional (los líderes de los otros partidos, incluido el socialista de Hollande, son mostrados como criaturas mezquinas y peleles capaces de aliarse con quien sea antes de permitir que Le Pen, erigida en defensora de los valores patrios y tradicionales, llegue al poder).

Por otro lado, el líder musulmán descrito en la historia lejos de ser un talibán es un personaje carismático, dialogante y que no impone (una buena idea del autor que hace que el libro sea mucho másperturbador). En un principio, la idea de una Francia (y otros países) convertida en república islámica suena un poco rara, e incluso en el libro posee una cierta cualidad inverosímil por la forma tan rápida como transcurren los acontecimientos. Sin embargo, a mi entender, la novela no busca ser un ensayo distópico riguroso sino más bien plantear una posibilidad usando simbolismos varios.

Simbólico es, por ejemplo, que François tras ser despedido, viaje al pueblo de Martel, que se llama como Carlos Martel (líder francés medieval que impidió la invasión árabe). En este pueblo, paradigma del tradicionalismo francés (la descripción que hace de él y de sus habitantes, un tanto idílica), François trata de buscar algo espiritual con sus visitas al santuario de Rocamadour y a su virgen, imitando la búsqueda de Huysmans. Más adelante, François irá a pasar unas vacaciones al monasterio donde su autor fetiche pasó una temporada, aunque ninguna de estas experiencias lo llena en absoluto.

Me resulta muy curiosa la ideología del líder musulmán Ben Abbes, cuya referencia principal es el Imperio Romano, en una versión extendida que pondría el acento sobre el Mediterráneo. La forma como explica su visión del mundo y del islam resulta inquietante porque hasta lo hace parecer atractivo (a diferencia de la imagen que proyectan los medios occidentales sobre esta religión). De hecho, en cuanto sube al poder, desaparecen casi la delincuencia y el desempleo. El autor habla del islam como de una religión mucho más terrenal que el budismo (que niega el mundo y el deseo) y el cristianismo (al que por otro lado, considera origen del liberalismo y de toda nuestra visión de derechos humanos, etc, etc). Como dice Houellebecq, para los musulmanes es aberrante la idea de un Dios hecho hombre. Su religión, según él, es el hombre tratando directamente con Dios sin intermediarios.

Michel Houellebecq construye su novela con una estructura que recuerda al autor que estudia François, Huysmans, cuyas novelas nos cita de vez en cuando para hacer paralelismos y contrastes (por ejemplo, la forma diferente de describir una imagen religiosa, el torturado Cristo y la truculenta descripción de Huysmans, la Virgen negra de Rocamadour que ve François, etc). Las obras de este autor, por lo que sé (leí una) se parecen a "Sumisión" en su falta de argumento claro, y en tratar de la peripecia de un autor que mantiene diversas charlas elevadas e intelectuales con otros personajes.

Curiosamente, Houellebecq articula su obra sobre la de Huysmans, lo mismo que este (el personaje de Durtal) hacía (en "Allá abajo") con la biografía de Gilles de Rais. Este juego de simbolismos, muy complejo de explicar en pocas líneas, se relaciona con la conversión. Gilles de Rais pasa de ser amigo de Juana de Arco y defensor de la fe cristiana a un sicópata asesino adepto del diablo; Huysmans pasa de ser un libertino a retirarse a un convento y convertirse al cristianismo; Durtal investiga en los bajos fondos el mundo satánico en otro periplo religioso-espiritual mientras se deleita con las divinas campanas de Saint Sulpice; François pasa de ser un ateo a convertirse al islam (pero sin creer en él, por puro interés). El elemento religioso está siempre presente, por exceso o por defecto.

La idea profunda de este libro es que Europa y su tradición milenaria están agotadas. Se apoya en Toynbee y en Nietzsche y en otros autores (es un libro erudito, aunque no tanto como se ha dicho), para explicar la decadencia de una civilización que ya no cree en sí misma, donde no se respetan las que él llama "jerarquías naturales" (la sumisión del hombre a Dios, y de la mujer al hombre, del joven al anciano, etc) que el liberalismo y el relativismo moral han destruido con lo políticamente correcto... Contrariamente a lo que se suele pensar, para mí Houellebecq es un moralista. Parece hablar de la necesidad de algo en lo que creer y a lo que aferrarse para que una sociedad progrese y sea fuerte. Y sobre todo, defiende la verdad sobre los "engaños" de las sociedades liberales.

Un punto relacionado con esto, y que merece la pena señalar por lo inquietante, es la política seguida en el libro por los musulmanes en lo relativo a la mujer: en lugar de obligar a las mujeres a dejar sus trabajos se las incentiva con generosas ayudas familiares para que se queden en casa y poco a poco estas lo hacen (permitiendo así, según Houellebecq, que disminuya el desempleo de manera espectacular). Esto que podría escandalizar, no es, ni más ni menos, lo que ya se está haciendo en paises como Alemania (dar ayudas para que las mujeres cuiden los niños en casa y no en guarderías, por ejemplo).

Ni que decir tiene que la poligamia se extiende en Francia. François tiene la oportunidad de conocer a las dos esposas de Rediger, el decano de la universidad (una de cuarenta para recibir y atender a las visitas y cocinar, y otra de quince... para otras cosas), un personaje por otro lado, muy curioso, que pasó de ser "identitario" europeo y francés a musulmán convencido al darse cuenta de que esta religión era la única manera de salvar a Europa y hacerla de nuevo grande. Sus discursos y exposiciones vinculando la metafísica y la religión islámica con la ciencia y la infinititud del cosmos, las estrellas y las galaxias, son notables y ponen los pelos de punta.

Da mucho que pensar este libro. Que sean islámicos los que lleguen al poder en él es anecdótico. Lo importante es la crítica a nuestra Europa actual y real, al agotamiento de modelos, a la agonía de tradiciones que no son sustituidas por otras igual de fuertes, la decadencia y la disgregación social y moral, la apatía hedonista de las gentes (próximo al spleen finisecular de Huysmans), la mezquindad de los políticos alejados del sentir popular, el consumo que no colma los anhelos profundos, el oportunismo de los que se cambian de bando o se convierten a la ideología dominante para medrar (como François, que es seducido por una generosa paga en la universidad, subvencionada por los petródolares de Arabia Saudí, a cambio de un mero acto de conversión), y tantas y tantas ideas que contiene este libro y que hacen casi imposible comentarlo sin dejarse nada en el tintero. A mí, personalmente, me ha dejado muy mal cuerpo. Supongo que es porque se trata de verdadera literatura.

A finales del año 2015, la editorial Anagrama publicará en España la traducción de la novela, cuya publicación en Francia, por avatares del destino, coincidió con el atentado brutal contra la revista Charlie Hebdo. En su país, ha suscitado encendidos debates ideológicos; no espero lo mismo en España...

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